ROPA DE CASA.
Autor: Ignacio Martínez de Pisón.
Ed: Seix Barral Ed:
1ª; año 2024
“Suele ocurrir con las viviendas de los viejos, que se
impregnan de la vejez de sus dueños”
Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) es, hoy por hoy,
uno de los mejores narradores del panorama literario nacional. Según el
escritor y crítico literario, José Luis Gracia Mosteo, es el mejor novelista
aragonés, sin duda alguna. En el año 1982 terminó, en la Universidad de
Zaragoza, su carrera de Filología Hispánica. Tras su primera novela “La ternura
del dragón” (1984) se dedicó en cuerpo y alma a la literatura.
En 1997 escribió “Carreteras secundarias” que fue llevada
al cine bajo la dirección de Emilio Martínez Lázaro. Su novela “La buena
reputación” obtuvo el Premio Nacional de Narrativa en el año 2018 y Premio
Cálamo al mejor libro del año. Él se considera un escritor que comulga con el
“realismo”, que nació a mediados del siglo XIX.
En “Ropa de casa” el
joven-maduro Pisón nos ofrece la lectura de sus memorias. Unas memorias
entretenidas, ágiles, con una prosa fluida y con ciertos pasajes jocosos que intentan
desdramatizar los episodios difíciles sufridos por el autor. Ignacio, pese a
haber nacido en 1960, fisonómicamente sigue pareciendo un joven universitario:
Pocas arrugas, las justas, cabellera con flequillo, pelo lacio y cara de no
haber roto un plato. Lo acompaña una vestimenta ciertamente juvenil.
La obra comienza con un
pasaje, en 2019, en el que Pisón está rebuscando en el archivo militar de
Segovia para localizar la hoja de servicios de su padre. Al ejercer de militar,
todo su miedo era que hubiese participado activamente en la represión
franquista. Afortunadamente para él, no pasó de ser un comandante militar
encerrado en una oficina.
“Vivíamos -dice el autor-
en un mundo viejo”. Recuerda aquella España de los sesenta en el que eran
frecuentes los carros tirados por mulas, los repartidores de hielo, ayudados con
una tela de arpillera, las carbonerías y las cajas de arenques al sol en las
puertas de algunos comercios.
“España era el país de
las viudas”. Recuerda, con tristeza, el traslado de la familia de Logroño a
Zaragoza. Y desde este punto en el tiempo, nos narrará todos sus pasos hasta
hoy, que termina afincado en Barcelona.
Y hablando de jocosidades,
una muestra es el capítulo de su viaje a Sevilla en el que se alojó en casa de “Miguelito”,
un amigo de Enrique Vila Matas que también se desplazó a Sevilla junto a
Ignacio.
Nos llama la atención las
descripciones fisonómicas y fenotípicas de muchos de los actores de reparto de
estas “memorias”, principalmente suelen ser escritores. Verbigracia, dice de Ramón
Riera:
“Pequeño, bullicioso,
exaltado, ciclotímico, con aire de villano de wéstern, un poco a lo Ernest
Borgine, con un pliegue en los párpados que le confería un raro aspecto de
quelonio”.
Cuenta de su amistad
intensa con el también escritor Javier Marías. Ésta fue interrumpida, sin una
causa aparente, pasados los diez años. Hablará de su relación con muchos
escritores. Entre ellos se encuentra Javier Tomeo. De él hará un análisis
realista, tanto del Tomeo persona como del Tomeo escritor. Al recordado Félix
Romeo le dedicará en último capítulo de este libro.
Dará noticia de las
tertulias del famoso café zaragozano “El ángel Azul”, presididas por su también
amigo íntimo José Luis Melero.
Cuando te enfrentas a la
lectura de unas memorias puedes llevarte inesperadas sorpresas, tanto positivas
como negativas. Ejemplo de las últimas son las del gran escritor Robert Graves;
te das cuenta de que, al fin y al cabo, nada tenía que contar. (las escribió a
los 34 años).
Concluyo manifestando que
estamos ante un libro digno de la narrativa de Ignacio Martínez de Pisón y
contado desde una perspectiva curiosa, alegre y fluida. Para los contemporáneos
del autor, su lectura, tiene un doble valor ya que les evoca la vida y las
costumbres de aquellos años 60 del pasado siglo y todo lo que aconteció en los
sucesivos años.
Comentarios
Publicar un comentario