DESIDERIA.
Autor: Domingo Buesa
Conde.
Ed: Doce Robles. Ed: 1ª; año 2024. Pág: 357.
“Los balcones y las
ventanas custodian, en secreto, el mayor tesoro de dolor, soledad y sufrimiento
de las gentes que nos rodean.”
Domingo Buesa Conde (Sabiñánigo,
1952) es doctor por la Universidad de Zaragoza y catedrático de Historia.
Actualmente preside la Real Academia de las Nobles y Bellas Artes de San Luis.
Su actividad cultural no queda solo en la literatura ya que está presente en
presentaciones de libros, conferencias, seminarios y diversas manifestaciones
culturales que abarcan toda la tierra aragonesa.
En los últimos dos años y
medio, su producción literaria ha sido febril y prolija, orientada, sobre todo,
a la narración histórica: nada más y nada menos que cinco obras. No olvidemos
que Buesa tiene, entre guías, geografías, etnografía, libros de texto e
históricos más de 50 títulos.
De todos ellos,
Desideria, es su última novela y está basada en unos hechos reales y trágicos
que llegan a conmover al lector, sobre todo en la última parte. Es una historia
de amor entre Vicente Blancazo y Desideria Giménez Moner. Progresivamente, esa
historia entrañable y estéril se irá transformando en un final turbador y
desgarrador. El problema es que ocurrió así, tal y como lo narra el autor:
Vicente Blancazo, el hijo
de una familia pudiente de Jaca, se enamora de Desideria Giménez, hija de unos
hosteleros que regentaban “La Cazoleta”; así se llamaba el establecimiento. A
pesar de ser una joven de 16 años, la muchacha ya vivía inmersa en las ideas
social-comunistas. Tanto es así que, en la manifestación del 1º de mayo de
1936, la encabezó enarbolando una bandera roja. Tres meses después estalló el
golpe militar y los fascistas enseguida buscaron a Desideria y, tras tenerla
presa unos días, se la llevaron junto con una maestra embarazada, Pilar
Lizcarra, a través de la carretera de Pamplona hasta el desvío del pueblo de
Atarés. Y allí, siendo la madrugada del 6 de agosto de 1936, ambas fueron
fusiladas. Dicen que muchos de los soldados del pelotón fueron incapaces de
mirar cuando se produjo la descarga mortal. Los primeros fusilamientos en la
ciudad de Jaca se produjeron el 28 de julio de 1936 en los que asesinaron a 15
inocentes.
Domingo Buesa, construye
una novela entrañable enturbiada, al final, por el execrable hecho que se acaba
de narrar. Incluso, a lo largo del texto, localizamos muchas frases y párrafos
con ciertos guiños jocosos a los que nos tiene acostumbrados el autor:
“Vi entrar al obispo don
Juan Villar, que ya no podía llevar más telas encima porque parecía el
muestrario de Almacenes San Pedro; el alcalde de Zaragoza con una chistera más
grande que la torre de la cárcel…”
Buesa, tras una
exhaustiva documentación, nos da a conocer los comercios, bares, tabernas,
casinos, personajes y, por supuesto, las calles y plazas de Jaca de aquellos
tiempos.
También nos dará a
conocer retazos de la historia como por ejemplo la famosa sublevación de Jaca,
en nombre de la República, el 12 de diciembre de 1930. Estuvo al cargo de los
capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández. Una vez sofocada la revuelta por
tropas monárquicas ambos fueron fusilados.
Otro hecho, que pone los
pelos de punta, es el conocer que había un grupo de hombres conocidos como “Los
Doce Apóstoles” que eran los encargados de elaborar las listas con los nombres
de aquellos que deberían ser depurados. Un lapicero y un triste papel podían
llevarte al paredón.
Nos da a conocer también
los acontecimientos provocados por la visita que hizo a Jaca el presidente de
la República D. Niceto Alcalá Zamora, con el fin de ver a su hijo que estaba cumpliendo
el servicio militar en esta ciudad.
El libro termina con un
último capítulo, desarrollado en el año 1956, del que nada contaremos. Solo
podemos decir que es un pasaje que llegará a emocionar al lector sin duda
alguna.
Es de destacar la
aparición, últimamente, de episodios íntimos, desconocidos y turbadores, tanto
de la Guerra Civil como de sus posteriores años narrados por autores aragoneses. Aparte de este excelente libro recordamos “Castillos
de fuego” (Ignacio Martínez de Pisón), “Volar Alto” (Jorge Sanz Barajas), “Años
de vida” (Marta Borraz), “18 de Julio” (Pedro Ciria) y “Aragón desgajado” (Alberto Sabio
Alcutén), entre otros.
Comentarios
Publicar un comentario