EL SECRETO DE LAS FLORES.

 Valérie Perrin.

“Hay que aprender a hacer notar tu ausencia a aquellos que no han comprendido la importancia de tu presencia”.

Hace algo más de un mes me inscribí en el Club de Lectura de la Biblioteca Municipal de mi ciudad (efectos colaterales de la prejubilación). Hace una semana, su amable bibliotecario,Manuel Alejandre, me escribió un correo para que pasara a recoger el libro de la lectura del mes:
“El secreto de las flores” de Valérie Perrin.

Valérie Perrin es una fotógrafa y escenógrafa francesa que se aventuró en el mundo de la literatura. Su novela más aclamada es la que hoy nos compete. Fue Premio Maison de la Presse en el año 2018 y traducida a cinco idiomas.

En una novela suelen estar presentes, por regla general, una historia de amor y una historia de muerte; dos hechos consustanciales al ser humano. Estos dos ingredientes ya te aseguran un cincuenta por ciento del éxito. No obstante, es más fácil aplicarlos en una novela en la que la línea cronológica es muy larga (años, toda una vida) que en una muy corta (días, a lo sumo).
En “El secreto de las flores” se dan las dos premisas antes indicadas: amor y muerte. Además, en la literatura así como en el cine, es mucho más fácil hacer llorar que reír (no así en el teatro).

En esta novela encontraremos dos historias paralelas encarnadas en la vida de Violette, la protagonista: su vida y su trabajo como guardesa de un cementerio. Si en la primera no hay nada que destacar, en la segunda si: la autora narra con maestría toda la vida que hay alrededor de un cementerio, aunque parezca una antítesis: las manías de los seres queridos ante las tumbas, las distintas formas de organizar el sepelio (algunas con aperitivo incluido), la música que debe acompañar al finado, amantes que se hacen enterrar con su ser amado, etc. Es lo que más me ha gustado.

Hay que estar muy atentos con las decenas de saltos que la trama argumental da en la línea cronológica; es fácil perdernos.
Ha estado muy bien su lectura pero, a mi modesto entender, le sobran al menos cien páginas de las 490 que conforman esta novela.

“Rememorar el pasado es morir un poco”.

 

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