MÁQUINAS QUE CUENTAN HISTORIAS. (La inteligencia artificial y la literatura del futuro).

Varios autores: Ana Alcolea, Joaquín Berges, Miguel Ángel Mañas, Paula Martínez Gallardo, Clara Mendívil, Mercedes Morán Ruiz, María Ángeles Naval, Ricardo Ramos Pedragosa, Ricardo Ramos Rodríguez y Javier Sierra.

Ed: Pregunta.             Ed: 1ª; año 2024.        93 pág.

 

Ricardo Ramos dice con acierto en el prólogo que desde que en 1996 la máquina Deep Blue derrotó al famoso ajedrecista ruso Garri Kaspárov nada fue lo mismo, en cuanto a computadoras se refiere. Hoy día, tenemos diversos programas de I.A. que podemos aplicar al diseño gráfico, fotografía, video e incluso a crear textos literarios.

Chat GPT es capaz de generar textos a partir de premisas, mantener una conversación, escribir poemas o crear y desarrollar historias con personajes de ficción. Pero la gran pregunta que subyace en toda esta obra es: ¿algún día la máquina será capaz de sustituir a un escritor? ¿qué nos depara en los próximos años con respecto a la literatura artificial? Ciertos estudios auguran que en el año 2050 es muy posible que tengamos el primer “best seller” artificial.

Estos bots, tras analizar multitud de datos son capaces, sí, de crear textos. De hecho, los autores hicieron una prueba contundente: le pidieron a Chat GPT. tras darle una serie de datos de este libro, que creara el título. Y lo hizo. Así que sepan que el título de este ensayo los ha escrito una I.A. Pero ¿llegarán las máquinas a plasmar en el papel sentimientos como la emoción, el amor, la ironía o el humor? Es decir, ¿tendrán la libertad creativa que tienen los humanos?

Javier Sierra comenta que el autor de ficción Stanislaw Lem, hace medio siglo, dijo que llegaría el día en que un ordenador bien entrenado conseguiría imitar el estilo y hasta el talento de cualquier novelista.

En uno de los capítulos, el escritor Ricardo Ramos Rodríguez se aventura a hacerle una entrevista a Chat GPT. Entre otras, hay una pregunta clave: ¿puede la I.A. sustituir a un escritor? A la que contesta Chat GPT con contundencia lo siguiente: “es poco probable que la I.A. pueda sustituir completamente a un escritor humano”. E incluso sugiere que “debe haber una revisión humana para asegurar que el contenido generado sea justo e inclusivo.

A continuación, se realiza un curioso experimento: se le pide al bot que cree cuatro breves textos, uno humorístico, uno histórico, uno de tono reflexivo y una escena de teatro. Paralelamente, se les pide a cuatro reconocidos escritores que hagan los mismo. A continuación, se le solicita a María Ángeles Naval, catedrática de Literatura de la Universidad de Zaragoza, que realice un análisis de los mismos y un comentario. Naval termina diciendo, tras sus lecturas, que los textos de la I.A. no rebasan unas expectativas sentimentales infantiles, es decir, tenemos textos para el consumo de lectores entre siete y diez años. Pero no duda que será un paso adelante en la escritura de “best sellers” y literatura comercial.

La psicóloga y escritora Paula Martínez Gallardo se pregunta si las variables como memoria, emoción, experiencia y sentimiento podrán ser transmitidas como patrones básicos de la I.A. Termina diciendo que “No, definitivamente la I.A. no llora”.

Mercedes Morán Ruiz, abogada de CEDRO, plantea y analiza un tema ciertamente espinoso: ¿los derechos de autor a quién pertenecen? ¿A la máquina o al humano que la maneja? Tanto es así, que la falta de reconocimiento de derechos sobre las creaciones generadas por la I.A. y su imposibilidad de registro, pueden tentar a una persona física a atribuirse falsamente su autoría. Porque “solo podrá ser considerada original aquella obra fruto del intelecto humano”.

Ricardo Ramos Pedragosa vuelve a poner sobre la mesa un nuevo experimento: Una traducción del alemán al español de un fragmento de Frank Kafka. Tras analizar la traducción que realiza la I.A. encuentra hasta ocho errores de bulto. Pero dicho esto, Ramos sentencia que, en líneas generales, “la traducción es sorprendentemente buena”.

Tras leer este libro quedas preso de una sensación turbadora que se resume en una sola pregunta: ¿Llegará el día que la I.A. desplace al ser humano como escritor? El futuro inmediato seguro que nos desvelará esta cuestión, para bien o para mal.

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